Continúa la aventura en la isla prehistórica pero esta vez avanzamos un poco más en el tiempo. 2018, el año donde comienza la verdadera historia.
CAPÍTULO 2
Jeremy Kenneth y su equipo de seguridad estaban sentados en el interior de un Humvee que no paraba de agitarse debido al terreno dificultoso por el que se movía. Uno de ellos acariciaba una voluminosa ametralladora plegable unida al techo.
El vehículo avanzaba por un camino embarrado debido a la lluvia que arreciaba afuera. A los lados sólo había selva. Los faros apenas alumbraban unos metros hacia delante y las hojas de los árboles y palmeras impedían que la tenue luz de la Luna iluminara algo mejor el camino.
El grupo había sido contratado por Blue Horizon para custodiar al personal científico de la isla. Era el año 2018 y la empresa de biotecnología ya tenía un cuarto de la isla bajo control, gracias a un avanzado perímetro de seguridad que les avisaba cuándo una criatura peligrosa lo atravesaba. Y allí estaban Kenneth y su equipo, dispuestos a eliminar la amenaza.
–Estamos llegando–avisó Kenneth al grupo.
–Guay–contestó Jerry.
Acto seguido, Jerry cogió la ametralladora que acariciaba momentos antes y la impulsó hacia arriba, abriéndose la escotilla de la parte superior del vehículo. El mecanismo soltó un ruido seco y la torreta quedó montada. Jerry tenía ganas de usarla, pero se cagó en todo cuando la lluvia y el frío comenzaron a golpearle en la cara. Y lo mismo con los soldados de dentro, mientras la lluvia les mojaba a través de la abertura.
–Por aquí es–dijo Kenneth al conductor haciéndole un gesto para que fuese parando.
El humvee se detuvo junto a una pequeña verja de unos dos metros de altura. Kenneth y sus hombres salieron del vehículo menos Jerry, que continuó arriba.
–No te muevas de ahí, Jerry–le ordenó Kenneth–. Si ves algo moverse, no te lo pienses, dispara.
–A la orden.
–George–Kenneth se dirigió hacia otro soldado que portaba un aparato bastante grande en sus manos. Era un radar portatil de movimiento.–¿Alguna señal de movimiento?
–Nada.
El grupo siguió avanzando siguiendo el verjado eléctrico. Y a pocos metros dentro de la selva lo vieron. Uno de los postes estaba roto y los cables se habían aflojado debido a ello.
–¿Es uno de los grandes?–preguntó Jimmy a Kenneth.
–Casi lo prefiero a los raptores.
–¿No son más fáciles de matar?
–No si te atacan por la espalda.
Al decir eso George volvió a mirar con más atención al radar. Nada parecía moverse en sus viente metros de rango de alcance que tenía el aparato.
–¿Fueron esos bichos los del incidente de la estación de radio?–preguntó Brad.
–Sí. Fueron ellos.–contestó Kenneth afligido. Fue de los pocos supervivientes que logró salir con vida de esa montaña hace varios años. A Kenneth nunca se le borraría de la mente aquello.
–Quizás nos estemos alejando mucho del coche–dijo Jimmy.–¿Qué hacemos con la verja?
–¿Qué opinas, George?–preguntó Kenneth, ya que él era el experto en ingeniería.
–Ha podido fallar por la lluvia. Habrá explotado el fusible. Y la explosión ha podido atraer a vete tú a saber qué bichos.
–¿Podemos contenerlos de alguna manera hasta que salga el sol?
George se acercó a la verja y examinó el panel fundido.
–Poco puedo hacer con este clima.
Kenneth resopló. No quería hacer mal su trabajo, no quería dejar nada al azar. Si algúna criatura de las que poblaban aquella isla traspasaba el perímetro habría gente en la costa, donde estaban los laboratorios, que estaría en peligro. Sin embargo lo único que podía hacer ahora era seguir patrullando y esperar que nada pasase.
–Volvamos al vehículo–ordenó Keneth.
Los demás soldados respiraron algo más aliviados. No les gustaba estar allí, fuera, desprotegidos. Aquellas criaturas distaban mucho de ser humanas, y manejaban la jungla a su antojo.
Los cuatro soldados salieron de la selva y vieron los focos del humvee en el camino. ¡Al fin algo de luz! Volvieron rápidamente y se metieron dentro.
–¿Qué hacemos ahora, Kenneth?
–Volveremos al área 1 y vigilaremos su perímetro.
–Genial.
El área 1 era el perímetro más cercano a la costa. Fue el primer área cercada que implantó Blue Horizon, y que fue ampliando en el área 2, 3 y 4 en sus sucesivas exploraciones. Aún les quedaba mucha isla por conquistar, pero con el dinero empezaba a ser un problema. Demasiadas muertes, demasiada ocultación a los medios, demasiados soldados de ejércitos privados… el coste era demencial, incluso para aquella multinacional.
Jimmy sonrió, alegre por volver al área 1.
–¡Ánimo, Jerry! ¡Volvemos a casita!
Jimmy le golpeó en la pierna con aire amistoso y entonces su cuerpo muerto cayó entero dentro del vehículo. Su cabeza parecía haber sido masticada y triturada por una de las criaturas de la isla.
Jimmy comenzó a gritar de horror.
–¡Joder. Joder!
Todos se quedaron atónitos. Empezaron a mirar nerviosamente por las ventanillas del vehículo, tratando de vislumbrar algo en la oscuridad. Pero nada, apenas se veían los árboles más cercanos.
–Está cerca–dijo Kenneth.–Estad muy atentos.
Jimmy cogió una manta de detrás del vehículo para tapar del cuerpo de Jerry.
–Dios, malditos bichos. Joder. Larguémnos ya.
George miró a Jimmy y después de Kenneth.
–Jimmy tiene razón. Vámonos, Kenneth. No tenemos ningúna opción.
–Está bien. Larguémonos.
George asintió y arrancó el vehículo. Fue en ese momento, mientras Jimmy tapaba el cuerpo de Jerry y Brad miraba por el exterior cuando un raptor asomó su cabeza por el hueco de la torreta y mordió el brazo de Jimmy.
Éste comenzó a gritar de dolor mientras la sangre corría alrededor de la boca del dinosaurio. Todos volvieron la vista hacia ellos y alzaron sus armas hacia el animal. Pero éste fue rápido y de un tirón arrancó el brazo a Jimmy y se largó.
Brad asomó su rifle por el hueco y comenzó a disparar, mientras chorros de sangre provenientes del brazo cortado de Jimmy lo manchaban todo.
Y entonces notaron cómo un raptor aterrizaba justo en el techo. Brad se acercó rápidamente y cerró la puerta antes de que entrase ningún bicho más.
–¡Está encima, joder!–exclamó Brad.
Entonces, enfurecido completamente, salió del vehículo por una de las puertas laterales y comenzó a disparar al tejado.
–¡Que os follen!
–¡No salgas, Brad!–le gritó Kenneth desde el asiento del copiloto.
Brad disparó contra el raptor en el tejado y éste cayó muerto hacia el lado contrario.
–¡Jódete!
Pero justo en ese momento, dos raptores más aparecieron tras él, le agarraron y le hicieron desaparecer entre los árboles.
Kenneth se quedó de piedra. La puerta continuaba abierta y Jimmy no paraba de gritar y desangrarse. Fue al los asientos traseros rápidamente y cerró la puerta lateral, para después atender la herida de Jimmy.
–¡Vámonos!–le gritó a George.
George, acojonado de miedo, aceleró instintivamente.
–¡Da la vuelta, George!–ordenó Kenneth, que se acordaba que habían aparcado de cara a las verjas.
Sin embargo, el acongojo de George hizo que se olvidara, e hizo que lo único que quisiera hacer fuese huir. Aceleró hasta que fue demasiado tarde y vio las verjas eléctricas.
–¡¡Ahhh!!
El humvee chocó contra ellas y derribó completamente uno de los tramos. Tras eso, el vehículo siguió avanzando por el ahora aún más peligroso camino de la selva.
–¡Vas en dirección contraria!
George no atendía a razones. Quería seguir hasta dejar atrás a los depredadores y después, si seguía vivo, dar la jodida vuelta.
Sin embargo, aquel camino no era apto para la conducción. Las ruedas comenzaron a fallar al chocar con varias rocas del terreno, George perdió el control del vehículo y el humvee comenzó a dar vueltas y a chocar contra árboles.
En uno de esos rebotes acabó cayendo por un pequeño barranco hasta un enorme lodazal.
Cuando Kenneth despertó estaba dentro del vehículo. Su cabeza le dolía muchísimo. Miró a su alrededor y apenas podía ver nada. Encendió su linterna y vio que todo estaba lleno de sangre, la mayoría de Jimmy y Jerry, pero también de George, que se habría abierto el craneo debido al accidente.
–Oh, Dios…
Kenneth trató de ponerse en pie pero apenas lo conseguía. Estaba muy mareado.
Se dio cuenta de que el coche estaba de lado, y que todo parecía estar hundiéndose en un espeso barro marrón. Poco a poco el nivel iba subiendo. Tenía que salir de allí rápido.
Escaló por los asientos y abrió una de las puertas laterales y subió por ella. Una vez en el exterior, tumbado a un lado del vehículo, miró a su alrededor. Estaba rodeado de lodo, y aquello podía ser muy peligroso, pues podía quedarse atrapado como si fueran arenas movedizas.
Miró a su alrededor y vio la zona más cercana a los árboles. Saltó con todas sus fuerzas y llegó a una de las ramas de los árboles cercana. Agilmente fue acercándose con sus brazos al tronco hasta que sus pies estuvieron bajo tierra firme. Se soltó y cayó al suelo, agotado.
Se quedó quieto para tomar algo de aire, mientras la fría lluvia le calaba los huesos. Pero en ese instante escuchó ruidos de ramas partiéndose cerca. Aguantó la respiración y se quedó muy quieto.
Y entonces dos raptores saltaron de alguna parte y cayeron justo encima del vehículo. Con sus morros comenzaron a olfatear la puerta abierta del humvee. Habían encontrado lo que querían. Metieron sus cabezas dentro y, mientras Kenneth se alejaba de allí lo más sigilosamente posible, oía cómo los cadáveres de sus amigos eran despedazados por las criaturas.